COLORES QUE TE REPRESENTAN

Pasar de la rutina al ritual

Todos los años, al finalizar el verano dábamos 3 vueltas a la casa de los abuelos en Mar de tuyú junto a mi hermana mayor. Nos despedíamos de los castillos de arena, la libertad de jugar solas en los médanos ( algo que en ese momento se podía hacer) los juegos en el patio de atrás, mientras los adultos dormían la siesta. Nos despedíamos de los primos, los tíos, el lugar de reunión de muchos familiares, las pescas nocturnas de los hombres en el muelle, el sacar almejas de la playa y prepararlas en escabeche.

Nos despediamos también de los baños de agua fría al volver de la playa en la ducha de afuera para no llenar de arena la casa, de cantar canciones con el nuevo grabador, la muñeca de patas de salchicha y el olor a humedad de una casa que era nuestra niñez.

Pero la casa se puso en venta y un año tristementemente se vendió. Perder ese lugar siendo niñas fue una pérdida irreparable.

Ese año dimos 4 vueltas y en esa última vuelta, le dijimos adiós a los mejores momentos de nuestra infancia. 

Aún hoy, ya adultas, cuando viajamos a la costa pasamos a ver la casa y nos mandamos un mensajito con una foto diciendo: mira cómo esta la casita y recordamos con nostalgia aquellos momentos.


Los rituales nos conectan, nos hacen sentir parte, nos dice quienes somos nosotros, quienes fueron nuestros antepasados.

Los rituales nos unen, nos identifican.


Hacer de la rutina un ritual hace la diferencia entre un momento y un recuerdo hermoso que nos acompaña toda la vida.

Mi carrito